Vacaciones de Navidad: Día 5
Sobre ciudades nuevas, nieves residentes y el vocabulario que me queda
Día 5, 9:57 pm
Hoy, a mis primos que viven en Toronto, se les ocurrió una idea magnífica (de la que puede ser que me arrepienta en un futuro próximo): nos enviaron a pasear libres por Montreal e hicieron de niñeros, a cambio del mismo favor mañana. Y fuimos felices, aún congelados, mientras caminábamos por la ciudad, sacándonos fotos de turistas y tomando cafés sobrevalorados.
Montreal. Qué les puedo decir? Busco en mi mente esas palabras que usaba cuando escribía crónicas de viajes y que, secretamente, creo que se me agotaron después de 13 años. Así que voy a empezar por lo simple.
Montreal es hermoso. Monumental. Hace mucho frío (hoy -12°C en algún momento mientras paseábamos). La nieve tiene la consistencia y el color de algo que se queda ahí por muchos meses. Los autos parece que vinieran del rally, pero de uno violento y salado que les comió el esmalte.
La ciudad se ve como si Europa se hubiera encontrado con Nueva York y hubieran tenido un hijo hermoso. Y francés. Y, si algo les sale bien a los franceses es hacer ciudades hermosas. Así que Montreal es hermosa, elegante, amplia, moderna, pintoresca. Con sus subidas y bajadas, sus parques nevados, miles de museos, murales a puro color, esculturas monumentales, palieres decorados de Navidad.
Mr. Alejo se debatió seriamente si no habíamos cometido un error instalándonos en Toronto, hasta que se le congeló el dedo índice mientras sacaba una foto. Entonces se calmó. Porque Montreal es hermosa pero no es para los débiles de temperaturas.