Sean el niño raro
Sobre ser la mamá de un grande. Y sobre todas esas cosas que ni siquiera sabía que les estaba transmitiendo a mis hijos. Lo siento y no lo siento
Mientras Mati se preparaba para ir a la escuela esta mañana, de pronto se acordó de algo y salió corriendo. Volvió con la hebilla en forma de ananá que habíamos encontrado en el parque.
"Me olvidaba mi barrette" dijo, mezclando español y francés. Y me pidió que se la pusiera en el flequillo.
Por un momento, consideré preguntarle si la iba a llevar puesta a la escuela, pero tuve miedo de que mi tono de voz, mi expresión facial o mis palabras me traicionaran e impidieran que él hiciera lo que quería hacer. Lo que tenía que hacer.
Cuando salió de la escuela, todavía llevaba puesta la hebilla y dijo que había sido un día "más o menos". En idioma de Matías, eso es muy aceptable, pero igualmente, le pregunté
"Por qué fue más o menos?"
"Porque algunos me dijeron que era una fille (niña) porque usaba un barrette (hebilla)" contestó Matías.
"Vos sabés que no es así" le dije. "Porque..."
"Ya sé... Cada uno hace lo que quiere" dijo Mati, repitiendo el mantra familiar para estas ocasiones.
"Y vos qué les dijiste?" Pregunté.
"Dejen de llamarme nena porque les doy!"
"No tenés que enojarte tampoco"
"Quizás" dijo él, "mis compañeritos no están acostumbrados a esa regla en sus casas"
"Y por qué no te la sacaste y la pusiste en la mochila, así no te decían nada?"
"Porque yo dije 'Si quiero ponerme una hebilla, me pongo una hebilla!'"
"Ah... fuiste muy valiente hoy, Mati. Les enseñaste algo."
"Sí! Les instalé en el cerebro que si yo quiero ponerme una hebilla, me la pongo! Aunque no sea nena!"
"Y ahora, si alguna vez alguien quiere ponerse algo y no se anima, se va a acordar de vos y va a pensar 'Si Matías hizo eso, yo también puedo!'"
Y ese es un mundo en el que quiero vivir. Gracias, Mati, por recordarme que yo también era esa clase de niña.
Enseñarle algo al mundo, a veces, duele. Gracias a todos los raros que me acompañaron siempre!