Quebec, señora





Soy fan de la unidad nacional. No me gusta cuando conozco a alguien por el mundo y le pregunto de dónde es y me responde “de Canarias”. O “de l'Alsace”, o “de la estepa siberiana”. Dígame el país, por favor, y si no se independizó ni cambió de nombre desde la década del 90, cuando yo iba a la escuela, probablemente lo conozca. Y eso es suficiente.
Los regionalismos son para los locales. Y eso es exactamente lo que pasa con Quebec. Es una de “esas” zonas del mundo. La Canadá francesa, habitada por los que se autodefinen como french-canadians, y que hablan un francés tan propio en vocabulario y acento como lo es el español de cualquier país latino.
El primer colonizador francés fue M. Cartier que, en 1538, estableció en la zona una gran cruz de madera con 3 flores de lis, símbolo que todavía se conserva en la bandera de Quebec. Pero el territorio pertenecía a los iroqueses, un pueblo originario con el que estuvieron en guerra todo el tiempo hasta que los franceses abandonaron la región.
En 1608, M. Champlain volvió a insistir con la creación de la Nueva Francia y fundó una ciudad en el lugar que los indios llamaban "kebek" (estrecho). Los franceses se aliaron con los indios hurones y los británicos con los iroqueses y se produjo la guerra de los 7 años que ganaron los británicos.
Gran Bretaña tomó control de la Nueva Francia en 1763, cuando el rey Luis XV prefirió quedarse con la isla de Guadalupe (donde se producía azúcar) y abandonar las gélidas tierras de Quebec. No sería el último desplante que harían los franceses.
Desde ese momento, la provincia québécois es un poco Vieja Francia y un poco Nueva Canadá. A caballo entre dos mundos culturalmente distintos pero decidida a conservar sus raíces francesas cueste lo que cueste.
Y así es Quebec, es una versión de Francia, por momentos preservada en el tiempo, como nos suele pasar a las colonias; con sus calles estrechas y peatonales, sus boutiques decoradas con buen gusto y parte de su cultura gastronómica. Algo te recuerda que estás en Canadá, pero es una Canadá diferente a todo lo que vimos, y en un mundo de iguales, eso ya es para sacarse el sombrero. Chapeaux.