Cuando vivía en Estambul, no se podía comprar jamón cocido con facilidad, pero sí se conseguía pescado. Las españolas, embajadoras eternas de la buena cocina, iban por los mercados negociando en turco, en español o en lo que hiciera falta, para comprar un pescado que, además, tenía que tener los ojos en buen estado, si realmente era fresco.
Pescado con ojos
Pescado con ojos
Pescado con ojos
Cuando vivía en Estambul, no se podía comprar jamón cocido con facilidad, pero sí se conseguía pescado. Las españolas, embajadoras eternas de la buena cocina, iban por los mercados negociando en turco, en español o en lo que hiciera falta, para comprar un pescado que, además, tenía que tener los ojos en buen estado, si realmente era fresco.