Hoy 8:04 de la mañana, exactamente 4 minutos más tarde de la hora a la que debería salir de casa para llegar a tiempo a las escuelas de los chicos, con el diluvio universal bañando la ciudad de Toronto, le grité a M. Alejo "No quiero un taxi!" mientras él me miraba, todavía en calzones (M. Alejo no cree en los pijamas) y con el celular en la mano.
Perdona nuestras ofensas
Perdona nuestras ofensas
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Hoy 8:04 de la mañana, exactamente 4 minutos más tarde de la hora a la que debería salir de casa para llegar a tiempo a las escuelas de los chicos, con el diluvio universal bañando la ciudad de Toronto, le grité a M. Alejo "No quiero un taxi!" mientras él me miraba, todavía en calzones (M. Alejo no cree en los pijamas) y con el celular en la mano.