La maternidad es una ilusión
No les quiero contar esto y, por eso, se los voy a contar. Descubrí que las cosas que no cuento se me quedan flotando en la parte oscura del cerebro y se convierten en monstruos que me persiguen en las noches de insomnio.
A Matías se le cayó su primer diente. Lo llevaba esperando muchísimo tiempo, estaba emocionado. A la noche, antes de acostarse, le escribió una carta al ratón Pérez que decía "Hola Ratón Pérez. Me gustaría que me traigas un Lego o la plata para comprarme uno. PD: soy Matías." Puso la carta y su diente en un sobre y lo dejó debajo de su almohada.
6:30 am sonó mi despertador. Yo fui a la cocina, y estaba esperando que se calentara mi café, cuando M. Alejo apareció en calzones y me dijo "Le dejaste algo...?" Nooo! Subimos a toda velocidad con un billete de 5 dólares pero Matías ya estaba despierto. Sollozaba mirando el sobre en su cama. "No me dejó nada" dijo, y se nos rompieron los dos corazones.
Pero la sangre argentina todavía corre por nuestras venas y no hay ninguna situación que no se pueda resolver con un poco de chamuyo. Mientras M. Alejo le decía "Pero, miraste bien...?" y simulaba buscar con él, deslizó el billete entre el colchón y las tablas de la cama. Yo agarré el sobre para inspeccionarlo, rasgué con la uña un pedacito y el diente salió. Mati encontró la plata y se le iluminó la carita. "Pero no se llevó el sobre..." dijo y le respondimos que probablemente era demasiado grande para su mochila de ratón, que se fijara si se había llevado el diente, que era lo importante. Entonces vio que el sobre tenía "una mordedura" y que el diente no estaba más.
Se secó las lágrimas y empezamos a trazar todo tipo de teorías sobre cómo había hecho el ratón Pérez para entrar, para identificar su almohada, para esquivar a Daniel y para leer la carta sin abrir el sobre.
No estoy orgullosa de mi maternidad defectuosa de hoy. Seguramente, no le quitamos la tristeza de que su primer encuentro con el ratón Pérez no haya sido como él esperaba. Pero creo que logramos mantener viva la ilusión. Al menos, la nuestra. Habrá más dientes.
Gracias, M. Alejo. Y gracias a Mati por creer.