La llegada al mundo de Adrián (parte 3)
A mi cuerpo y a mi cerebro le tomó unos minutos más procesar que ya había terminado. Y entonces sí, llegó la paz, la oxitocina, el amor, la conciencia de la heroicidad de traer bebés al mundo.
Le hice prometer a M.Alejo que un día tenía que contarme su versión de esa madrugada. Del trabajo de parto más rápido y más intenso que viví hasta ahora y de lo valiente que fui y lo bien que lo hice. Para ayudarlo, me escribo esta crónica.
Siendo honesta, quedé en shock. Lo violento del nacimiento de Adrián me tomó por sorpresa. Me hizo replantearme la naturaleza de las cosas, la capacidad de las mujeres de parir solas, la importancia de los compañeros de parto.
En estos días, pensé mucho en por qué es una experiencia tan dolorosa, intensa, traumática. Quizás es como esos reductores de velocidad que hay en las autopistas antes de llegar a un peaje. Esos que te sacuden todo el auto, te molestan, te vuelcan el mate y te despabilan. Tal vez el parto sea eso, un gran llamado de atención físico y mental para prepararte para lo que se viene. "Prestá atención, humana, estás trayendo un bebé al mundo y nada de lo que hiciste hasta ahora se parece a esto. En unos meses te olvidarás de todo porque necesitamos repoblar el planeta."
Adrián, gracias por haber hecho tu parte. M.Alejo, no hay palabras, sos lo que había más allá del límite de mis fuerzas. Matrona canadiense, te amo con todo mi corazón. Abuelos Ana y Robert, gracias por cuidar mi resto del mundo.
💙
Pd para mis lectores argentinos: Nadie nos robó el auto ni las cosas que había adentro. Tampoco nos pusieron una multa (como sí había pasado en partos anteriores). Todo estuvo bien. Que se dice pronto.