Matías empezó con las clases virtuales, primer grado online o, como le gusta decir a él "mi escuela en formato teletrabajo".
Primera experiencia para nosotros, porque Francia sólo cerró las escuelas por dos meses. Y a esa altura, Mati estaba en l'école maternelle, o jardín de infantes, así que solo le mandaban actividades para pintar y números. Que yo no lograba que él hiciera, así que, de cualquier modo, no importaba. No le importaba ni a él, ni a mí, ni a Francia, honestamente.
El departamento de Ontario (Canadá) cerró las escuelas hasta el 17 de enero. Tengo entendido que el año pasado y el anterior también fue así. Cerraron por dos semanas, y luego otras dos, y otras dos más...y así se pasó todo un año lectivo. O dos. (Ya no sé ni en qué año estamos).
Así que los chicos no pueden ir a la escuela. Y los adultos no podemos ir a restaurantes. Ni a espectáculos en vivo. Ni al cine. Ni siquiera a tomar un café. Les suena de algo?
Mr. Alejo es un defensor del avance de la humanidad. Y quizás avancemos a largo plazo. A nivel evolutivo. Medible en siglos. Pero, lo que es desde el 2020 hasta hoy, parecemos idiotas. Con excepción de toda la gente que está haciendo plata vendiendo vacunas, mascarillas y alcohol en gel, claro está. Y de los gobiernos que aprovecharon la excusa para tenernos a todos sentados y quietos (como los avisos de turbulencia eterna en el avión).
Desde mi ignorancia voluntaria y mi desconocimiento médico y de todos los aspectos que me pregunten, me atrevo a decir que después de dos años de convivir con este virus, de varias dosis de vacunas aceptadas (o aceptables con el paso del tiempo) y del estado de saturación general, es tiempo de dejar que cada uno se arregle. Como hicimos hasta ahora, la verdad.