Flores nacionales
Íbamos escaneando flores. Leyeron bien. Porque mi hijo Daniel, en su infinita curiosidad por el mundo que lo rodea, sobre todo si involucra olores, y también para estirar al máximo posible la vuelta a casa después de la escuela, decidió preguntarme todos los nombres de las flores que veíamos.
Yo, que los desconocía (ahora que lo pienso, profundamente afectada por como M.Alejo hubiera resuelto la cuestión) le dije "Pará, que tengo una aplicación !" y saqué el teléfono para escanear flores.
Llevo escaneadas seis millones de flores y yuyos floridos. Muchas, varias veces. Aprendí unos cuantos nombres.
Un día de esos, cuando apenas empezábamos la cuadra número dos, se me acerca un señor vecino sonriente, que andaba caminando por ahí y me pregunta si tenía una aplicación. Hablamos de la aplicación. Después pregunta de donde somos. Hablamos de Argentina.
El señor pasó seis meses en Argentina cuando tenía 18 años. Visitó las Cataratas, la Patagonia, algo más. Estuvo también en Buenos Aires.
"Un día me llevó la policía" dijo, casi al final, como si se le hubiera ocurrido antes de irse. "Yo estaba sacando fotos y la policía llegó y me metió en un auto y me dijo que me llevaban donde la gente se iba a morir."
"Ay, no!" Fue lo único que atiné a decir yo. Y traté a toda velocidad de calcular qué año era en Argentina cuando este señor tenía 18. La cuenta, por muy errada que estuviera, me daba años complicados.
"Y yo pensé que chau. Después, me llevaron a las afueras de Buenos Aires y me dejaron ahí. No me pasó nada!" Terminó, con una sonrisa.
"Ay" repetí yo, en una onomatopeya con la que pretendía pedirle perdón por su experiencia turística medio deficiente y por haber creído que iba a morir en tierras extrañas. "Tuvo la peor experiencia!" Le agregué.
"No! Me encantó. Quiero volver este año con mi hijo!" Respondió el vecino sonriente y se fue. Repitiendo el nombre de la aplicación para no olvidarsela.
Qué país maravilloso. Canadá, digo. Donde la gente vive tan segura y feliz que hasta un episodio de secuestro en Latinoamérica les parece simpático.
Y Argentina, mirá si serás linda que la gente está dispuesta a ponerse en peligro de muerte con tal de volver.