Estoy pero no estoy
Estoy pero no estoy porque tengo que prestarles atención a estos tres. Y son muchos. Y hablan mucho, tienen problemas terribles y urgentes, y les pasan todo tipo de cosas en la escuela. Tienen tareas que hacer en varios idiomas, leer, escribir y aprender poesías. Tienen dificultades para comunicarse y, por ello, frustraciones. Berrinches. Llantos. Silencios enojados que me llenan de pánico.
Además, necesitan comer y sus snacks. Millones de snacks. Y que les cuente historias y les explique el funcionamiento del mundo. También limpio bastantes culitos todavía, algunos mocos y, a veces, vómitos. Los domingos, corto 60 uñas.
También está la nieve. Hay que apalearla y tirar sal para que no se haga hielo. Vestirse lleva como 45 minutos cada uno. Secar guantes, entre 2 y 3 días hábiles.
Hay cumpleañitos y playdates y St. Valentine's y el proyecto del día 100 de la escuela y los jueves hay skating y está el día de las remeras rosas anti-bullying y hay que devolver los libros de la biblioteca todos los martes.
Todo esto me impide estar para la vida adulta. Voy mechando mis obligaciones cotidianas con bebidas calientes que me calman el espíritu y algunas fotos graciosas de mis bebés que crecen, que me alegrarán la vejez.
Cuando tengo tiempo, leo un libro. O miles. M.Alejo me obliga amablemente a ver series y películas a la hora de cenar.
Tengo invitaciones a cafecitos, almuerzos, reuniones de la escuela, cenas con amigos y salidas a hacer cosas de adultos. Algunas veces, acepto. Muchas veces, no.
No me preocupa. Ya volveré al mundo. Por ahora, disfruto de este limbo infantil y vertiginoso, lleno de intensidad y agotamiento y manos que me agarran. Me lleno de esto, que un día se va a terminar. Y solo me quedará la vida adulta y los libros y M.Alejo que seguirá necesitando snacks y, si tengo suerte, me estará esperando con una serie a la hora de cenar.