El gancho de la vida
Sobre los objetos aleatorios que me perturban la vida cotidiana y la consejería matrimonial de Mati
Abrí la alacena para conseguir los croissants para la merienda, y salió volando por los aires un gancho de pelo que me habían robado los niños para jugar. Habían usado el gancho para cerrar las puertas de la alacena. Unas horas antes, el gancho estaba en el sillón. Y antes, en la ducha, en la cama, en la silla, en toda la casa.
Conversación con Matías sobre el gancho de pelo que andaba dando vueltas por la casa desde hace unos días y que me tiene las bolas infladas:
-Esto me tiene las bolas infladas! Y eso que yo no tengo bolas!
Mati se rió y después me respondió seriamente:
-Pero está bien, Mami, que no tengas bolas… porque si no, ni Dani ni yo hubiéramos nacido.
-Sí, ok. Es verdad, Mati.
-Y si tuvieras bolas, por ahí, habría que decirle a Papá...
Ahí lo tienen. Educación sexual para niños en dos minutos. Qué tenemos debajo de la ropa. Para qué sirve. Y por qué es importante compartirlo con tu pareja.