A veces uno, sin querer, presencia algo triste. Algo verdaderamente triste o, quizás, solo un poco triste, pero que nos recuerda que sí existe el sufrimiento ajeno. Una vez, vi a un loco que pedía limosnas en el pasillo más caluroso de todo el sistema de transporte de Toronto, y junto a él, tenía un patito bebé en un cartón. Tan chiquito que ni siquiera tenía plumas. No sé quién me daba más tristeza.
Cosas tristes
Cosas tristes
Cosas tristes
A veces uno, sin querer, presencia algo triste. Algo verdaderamente triste o, quizás, solo un poco triste, pero que nos recuerda que sí existe el sufrimiento ajeno. Una vez, vi a un loco que pedía limosnas en el pasillo más caluroso de todo el sistema de transporte de Toronto, y junto a él, tenía un patito bebé en un cartón. Tan chiquito que ni siquiera tenía plumas. No sé quién me daba más tristeza.