M. Alejo considera que soy demasiado dura con Canadá. Y puede que tenga razón porque este país me agarra experimentada, probablemente cansada y menos paciente. Después de todo, es mi séptimo destino de expatriación y mis criterios se han ido refinando y ajustando y yo me he puesto más estricta. Más jodida, en criollo.
Es cierto que México y Perú disfrutaron de una liviandad de espíritu y una ligereza de pluma que Canadá no tiene la suerte de gozar. Pero la vida era larga, los valores flexibles, el concepto de calidad de vida todavía estaba en construcción y el futuro no incluía criar a dos (y pronto 3) niños bajo la idiosincrasia de un país extraño.
Así que, Canadá y canadienses, les aplico el criterio más estricto de calidad que pude formar en todos estos años de vida en el extranjero. Lo siento, pero, honestamente, pensé que podían con él.
Y, con el afán de corregir y quizás resetear la imagen que transmito de mi opinión de Canadá (atentos a la oración imposible), voy a hacer una lista de pros y contras. Así verán que estoy más feliz de lo que deja transmitir mi pluma jodida.
Lo bueno de Canadá:
+ libertad (gastronómica, de vestuario, ideológica, religiosa y de potenciales señoras que juzguen tus decisiones de maternidad)
+ la naturaleza salvaje (con su verdor y su profusión de animales autóctonos en medio de la ciudad)
+ la seguridad (no debería decir esto, porque nos robaron una bici y un skate, pero es más seguro para las personas que para los vehículos recreativos)
+ la gente es amable y sonriente.
Lo malo de Canadá:
- las distancias (todo queda lejos siempre, como en Argentina)
- los locos (llámenos homeless con problemas mentales, adictos, o lo que quieran)
- los trámites gubernamentales (el mito de que Canadá te espera con los brazos abiertos se pincha rápido cuando empiezas a hacer los trámites para venir de verdad)
- la basura en las calles (la gente es mugrienta, el servicio de limpieza pública es deficiente o los mapaches esparcen basura por las noches para echarnos de su ciudad).
Volveré sobre los temas. Es lo único que hago en mi vida cotidiana, en parte, para molestar a M. Alejo.
Y en qué parte de Canada vives?