Blue Mountain
Qué hicimos? A dónde fuimos? Estas preguntas tan sencillas, muchas veces, me las respondo en el camino hacia el lugar al que estamos yendo, gracias a M. Alejo, que tiene la extraña afección de querer hacer cosas en general, pero no tanto en concreto…entonces, le lleva mucho tiempo decidirse y termina haciendo todo a último momento. Lo bueno es que cuenta con la ventaja de tener una esposa a la que no le interesa mucho hacer cosas pero que, llegado el caso, sí hace los bolsos de toda la familia, y va con buena onda. Y, a veces, ya llegados, instalados y disfrutando del paisaje, es cuando yo me pongo a buscar a dónde estamos y por qué fuimos hasta allí. Así que no se extrañen si mis crónicas tardan en llegar.
A dónde fuimos? A Blue Mountain, un pueblito alpino, que realmente es un resort de ski. Queda a dos horas y algunos minutos de Toronto y es el 3ero más grande de Canadá, con 750.000 tickets vendidos por año. El punto más alto es de tan solo 450 mts. Y sus pistas bajan en paralelo, una al lado de la otra, sobre la misma ladera de la montaña, como enormes toboganes blancos que descienden hasta llegar al pueblo, que es peatonal.
La historia es curiosa: resulta que un eslovaco llamado Jozo Weider estaba de viaje por Europa, promocionando un resort de ski que tenía en los Cárpatos, cuando se desató la Segunda Guerra Mundial. Mandó un telegrama a sus mujer Helena y a su hijo, y se encontraron los tres en Inglaterra donde solicitaron asilo político. Pero solo se quedaron un año ahí y después, se mudaron a Canadá. Jozo y su familia se construyeron un chalet al pie de la montaña, en el medio de la nada, y él mismo empezó a limpiar a mano las que luego serían las dos primeras pistas de ski. En el verano, cultivaban las tierras de alrededor. Así fue como se creó en 1941 Blue Mountain Lodge, que fue creciendo en su oferta comercial y de atracciones, y en 1977, se convirtió en un resort que funciona durante todo el año.
(Continuará)