Acercarse a Quebec
La última vez que acompañé a M. Alejo a un viaje de trabajo fue cuando tuvo una entrevista con la empresa francesa para la que trabaja ahora, y nos quedamos a pasar el fin de semana en París y, poco después, a vivir por 5 años. Eso fue en el 2016.
Antes de eso, Nueva Zelanda por 3 meses mientras gestaba a Matías, en 2014. Y antes, el mejor viaje de trabajo de la historia de los viajes de trabajo: Hong Kong por un mes. Donde conocí al amor de mi vida: la sopa de noodles.
Pensé que la era de acompañar a M. Alejo se había terminado, pero no. Porque él tenía que viajar a Quebec y los niños estaban de vacaciones y yo no tenía nada más que hacer con mi vida que lidiar con 3 varones aburridos pero en otro lugar de Canadá. Así que decidimos acompañar a papá a Quebec.
Por suerte, encontramos uno de esos lugares que los canadienses inventaron para descansar del invierno en invierno y que se llaman hoteles con parque acuático indoor. Y que son, a partes iguales, terribles y muy convenientes.
Pero L'hôtel de Quebec queda lejos del centro histórico y el primer día de estadía, M. Alejo tuvo que trabajar todo el día y hasta cenar con su trabajo, así que yo, estando de madre soltera a cargo de 3 niños sobreexcitados por el hotel tropical y que se habían despertado a las 5 am, decidir hacerme la vida más fácil y nos quedamos en el hotel.
Hubo desayuno tardío, pileta, arcade con jueguitos, siesta de Adrián, rato de habitación (que se traduce en televisión), pileta con música en vivo por la tarde, cena temprano y, al final del día, hubo niños felices, agotados y dormidos para las 21:30.
Y yo tuve tiempo de escribir, leer y hasta de imaginarme desde la comodidad de mi cama doble de hotel cómo será realmente la ciudad de Quebec. Un día glorioso, si me preguntan.